La oscuridad no se ilumina, se desnuda lenta y deliciosamente con la punta de los dedos, se alumbra con una sonrisa indolente, inesperada y sincera, se rompe la penumbra con las luces de nuestros propios latidos, se descubre el camino a medida que nuestros pasos, nuestros triunfos y nuestras derrotas despejan las sombras.
Luis

sábado, 11 de septiembre de 2010

Distancia

El torbellino del tiempo movió las olas que albergaban en su seno el poder de darle dirección a un velero sin rumbo fijo… cambiando la tierra seca y arcillosa, vasta, sin tallar, por la arena fina y suave como el roce de la seda sobre una piel joven.


El torbellino del tiempo llevó mis pasos lejos, muy lejos de la tierra en la que nunca terminé de encajar… flotando en la nube de la inconsciencia, sin apenas apreciar las minucias de una vida monótona, tibia, teñida de sepia y gris, pasando de puntillas, dejando apenas unas ligeras huellas… y volé rumbo a lo desconocido…


Y desperté de pronto, tendido en un colchón extraño, en una habitación extraña. Miré a mi alrededor y me asusté al ver el color de todo aquello que me rodeaba, al ver como el decolorante se iba dejando tras de si un mundo que apenas llegaba a reconocer. Y comencé a sospechar…


Busqué en el atardecer de mi memoria y choqué con mis ansias… mis ansias de soñar, de conocer, de saber, de experimentar, de vivir, de ser libre, de volar sin techo, sin cadenas, sin miedos… atravesé los bosques espesos y opacos que se ceñían en torno a mis recuerdos, cubriéndolos con su hechizo, dejándolos en suspense sobre un silencio imperturbable… corrí por los infinitos túneles de mi razonada incoherencia, desechando verdades a medias y mentiras sin ticket de devolución, volando entre la locura y la conciencia…


Y de repente encontré la afirmación de la sospecha, la confirmación del hecho, la esbelta forma del mazo sentenciando lo que en realidad ya sabía…


El torbellino del tiempo, tan injusto a veces, tan preciso otras, se había aliado con la distancia forzándome/ayudándome a guardar toda mi vida en una maleta y volar con ella a aquel lugar… y la distancia se había encargado de convertir todo lo que era mi vida en unos cuantos recuerdos buenos… la sal y la belleza fluyendo en forma de lágrimas por rostros que se evitaban… las sonrisas cómplices de los que ya saben que la distancia no es más que una vieja cortina agrietada, inútil cuando trata de cubrir vínculos que no se pueden romper… las palabras de los que más y mejor saben que la distancia valdrá la pena… el roce de unos labios y de una piel, furioso, cálido, envuelto en la más candente de las pasiones, enarbolando mi afable cordura a la sublime locura que solo se alcanza cuando las luces se apagan y los corazones arden… el olor a azahar mezclado con incienso, mañana y vejez…


El torbellino del tiempo me absorbió, y me llevó a comprar nuevos colores para pintar mi precioso lienzo marcado en sepia y gris…

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