La oscuridad no se ilumina, se desnuda lenta y deliciosamente con la punta de los dedos, se alumbra con una sonrisa indolente, inesperada y sincera, se rompe la penumbra con las luces de nuestros propios latidos, se descubre el camino a medida que nuestros pasos, nuestros triunfos y nuestras derrotas despejan las sombras.
Luis

lunes, 31 de diciembre de 2012

2012



Comencé endulzando mis amaneceres entre rocas y hojas de palmera, ilusionado a cada gesto y a cada sentimiento, recuperando retales de la inocencia que yacía enterrada en el cementerio del olvido. Soñé con la vida que quise tener, y por primera vez en mucho tiempo amé a la vida que tenía. Aprendí que siempre hay hueco para la ilusión cuando la ocasión te remueve el alma. Y recordé que sigo siendo capaz dejarme llevar.

Me precipité más tarde a mi habitual hastío hasta quedar arropado por la oscura capa de la soledad y la locura, y trepé por el invierno hasta que la primavera me abrió las ventanas. Dejé sin más el barco a la deriva, tratando de estar sin llegar a ser, siendo todo lo que debía ser para estar. Y la primavera me invitó a entrar. Aprendí que hay momentos de la vida en los que no cabe más que la espera, y que la dedicación no siempre implica resultados.

Embarqué en la estación de las flores maravillándome con el poder del amor. Del amor de los que siempre están, de los que no conocen límite en su sacrificio con tal de conservar en tus ojos el brillo y la vitalidad de la alegría. Y repleto de ese amor surqué los mares, expandiendo mi mente y respirando cultura, tradición, costumbres e imágenes que quedarán para siempre dentro de mí, pues me colmaron. Aprendí que soy una parte infinitesimal de un mundo del que a duras penas conozco una milésima parte. Y recordé que me muero de ganas por recorrer cada uno de sus rincones.

Cuando tomé tierra las flores me llenaron de desconcierto, habituado como estaba a los grises y ocres. De repente la fuerza de los colores se derramó a borbotones por las áridas calles de mi vida, y entre mi mente y mi corazón comenzó una batalla campal que fatigó mis energías y desordenó mis recuerdos, hasta plegar el tiempo y resucitar al pasado. Aprendí lo increíblemente extraordinaria que puede llegar a ser la naturaleza humana, y que la vida es completamente imprevisible.

Las flores comenzaron a resecarse con el calor, y mi mente se dejó llevar por los peligrosos vientos de la ingravidez. Ingrávido contemplé cómo los días pasaban mientras una parte de mí trataba de aferrarse a algo que ya no existía, a una forma de amar que murió junto a mi inocencia. Luché, forcejeé con las parcas tratando de arrebatarles las tijeras con las que pensaban acabar con la vida de lo que ni el tiempo ni la distancia habían sido capaces de quebrar. Y al final yo mismo corté el hilo. Aprendí que el tiempo siempre nos marca, a todos, por mucho que pretendamos aferrarnos al pasado, y que… al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.

Los días empezaron a acortarse a la par que mi vida caía de nuevo en el hastío. Volví a caer en la desilusión. Empezaron los cambios, y descubrí que hay más ángeles de los que creía cerca de mí, ángeles que desplegaron sus alas y me arroparon cuando los cambios parecían hacerse extremos. Octubre llegó y sus días arrastraron hasta mi un sentimiento extraño, un suspiro de algo que no termino de comprender aún hoy.  Aprendí que soy realmente afortunado por tener unos pilares tan fuertes en los que apoyarme. Y que si hay algo capaz de cautivarme es la rareza.

Te despido, año 2012, a la espera de que tu sucesor arroje algo de luz a las marañas que has dejado dentro de mí. Sin entristecerme por tu marcha, sin celebrar tu despedida, te dejo pasar con madurez. Ausente, silencioso, desconcertado. Sencillamente… a la espera.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Septiembre y otras flores muertas


“Ya amaneció rota la estatua de sal, no pude hacer más que asumir las consecuencias de nuestro propio funeral. No quedó nada, todo lo arrastró el tornado que nosotros mismos creamos, mi silencio gritando en tus oídos, tus verdades a medias como estridencias arañando mis tímpanos deshojados. No pude olvidar la brecha, se me olvidó abrirte la puerta antes de encender la mecha que quemó todo menos el recuerdo de mi espalda huesuda encajada en tu almohada maltrecha. Fue la síntesis de nuestra cosecha, una fina hebra de hilo rojo cruzando nuestra cama deshecha. Un triste resplandor anhelando ser el sol, una desdichada utopía asesinando a nuestro inconsciente albor”.


Prometo lo único que jamás dejaré de cumplir. Conservaré intactos los recuerdos de aquella primavera fugaz, categórica como la propia esencia de lo que somos y anhelamos, aquella que siempre me hará esperar con impaciencia y energía la llegada de los días largos.

Retengo sólo aquello que mi mente jamás me permitirá expulsar. Jamás olvidaré el peso de mis párpados, el caos en el alma, las cuerdas rotas, el vacío… el dolor grabado en mis venas, que me mantendrá alerta cada nuevo otoño, preparándome para los días oscuros.

Y para siempre, hasta que mi mente deje de recordar…  deshojaré una rosa en septiembre, y alfombraré con sus pétalos el camino hasta el amanecer, nostálgico e iracundo, desolado y tembloroso, afable y distendido… siendo el yo que me habría gustado poder ser junto a ti. El yo que mis heridas deformaron. El yo que esperará a que se pasen los días raros.



jueves, 28 de junio de 2012

Ni sombra ni sol


Hoy ha tocado hacer una pequeña evaluación de mis dos últimos años. He corrido mucho, he alcanzado una velocidad extrema con el único motivo de no pensar en todo lo que he dejado atrás al apostar por mí, por mi personalidad dinámica, ambiciosa e impaciente. No soy sombra, ni tampoco sol, de aquello que fui. Soy la evolución de mi pasado, la consecuencia de mis nervios y de mis impulsos. He sufrido por lo que dejaba, por lo que perdía, por lo que no llegaba a ganar… he perdido la opción de vivir esperando y ha sido doloroso desprenderse de la idea de una estaticidad indefinida, así como de algunos rasgos de mí que me han hecho más visceral, y a la vez más duro.

El sufrimiento, la pérdida, el dolor… la certeza de que habría funcionado en otro modo de vivir, con otras personas, en otro lugar… no deja de inquietarme, aún hoy. Pero el esfuerzo por conseguir llegar a ser lo que voy a ser, la madurez que me han dado mis decisiones, la sabiduría que he alcanzado en las batallas de las que he salido victorioso, y más aún la que me han cedido aquellas en las que he perdido estrepitosamente… la desesperación de los momentos sombríos, eclipsada por la ilusión y las ganas que me han inyectado los momentos de luz… todo lo que he vivido, lo bueno y sobre todo lo malo, me recuerdan día a día que aquí es donde tengo que estar. Al pie del cañón, luchando por seguir escalando, viviendo para superarme a mí mismo día a día, desviviéndome y entregándome a todo aquello que hago, buscando nuevas metas que me inquieten y que me pongan a prueba. Buscando nuevos techos que romper con mis fuertes nudillos.

Hoy estoy orgulloso de ser esclavo de todo aquello que me somete. Soy esclavo de mis palabras, de mi confianza, de mi inteligencia. Soy esclavo de mis defectos, y de mis ganas de mejorar. Soy esclavo de mi ambición y de mis secretos, de mi vida, de lo que me hace morir, de mi cerebro y de mi corazón. Únicamente soy esclavo de mi mismo y de mis decisiones.

Y puedo decir que no hay nadie en quién confíe más que en mi mismo.



miércoles, 23 de mayo de 2012

Hay alguien en casa?


Amanece a las seis en Madrid y está a punto de irse a dormir
Mi paciencia colmada extinguiendo las ganas de sentir
Puede ser que después de fijar mis premisas en un punto gris
Haya llegado el momento de renunciar a sudar junto a ti

He hablado hasta por los codos tratando de sonsacar
De tus labios una sonrisa que me lleve a confirmar
Una mínima sospecha de que sirve de algo continuar
Halagando tus ojos de gato o tu intensa manera de mirar
               
         Escribo el tiempo en un papel continuo
         Vuelvo a contar hasta cien
         Vigilo el viento por si alguien descubre
         Como hacerte caer a mis pies 

   Y responder…
               Tal vez besarme en silencio en un rincón oscuro de algún café
   Sentir tu pulso acelerado en mi cuello latiendo también
   Hacer el amor en un lugar extraño, mirarte y volvértelo hacer
   Examinar con cuidado y dulzura los mil lunares de tu piel
               
Pero me cansa estar cansado de tener que hacerlo todo yo
Suspiro buscando la manera de hacer pedazos mi frustración
Solo consigo parecer un mendigo buscando en cualquiera el amor
Y no me quiero hacer a la idea de que piensas gritarme que no…

Próximamente subiré el video tocándola :)

martes, 22 de mayo de 2012

Morriña

De praderas verdes y llanuras sólidas. De cumbres pardas y de escuetas siluetas, apostadas bajo las sombras de los sauces.

Perdida en la inmensidad de un lento y rítmico movimiento celestial, asomando su mirada destilada de marañas absurdas referentes a la honestidad y la belleza, se esconde entre las luces y se deja ver a medias por encima de los olivos.

Secreta, como los versos de los libros que dicen la verdad… misteriosa, igual que la incesante marea que barre sus márgenes sureños… volando por su cielo, brillantes y doradas como sus cultos, amanecen cada día la esperanza, la voluntad y la fuerza, la belleza, la humildad y la alegría, de la tierra de los valientes, Andalucía.

Contemplando su divina extensión, su mirada vieja y arrugada desliza sus pupilas derramando su sangre a lo largo de los surcos que quiebran su lisura, mientras pausada contempla el poder que sus rincones encierran.
El silencio, que se apodera de las estrechas calles que la recorren, marca sobre el suelo las huellas a fuego de los que pasean por aquellas. La magia del viento, sintonizado con el otoño y las hojas muertas, con el cabello largo suelto a la primavera, con el bochorno del verano y con el frío helado del invierno, sacude los recuerdos y los lleva a recorrer toda su superficie.

Su olor… sus perfumes cambiantes con las estaciones se expanden y contraen a la par que los pulmones, al igual que los bosques verdes que coronan sus abruptos picos de pureza y de vida.

Tierra de raza, de sentimiento, de verdad. De luchadores y de bondad, de garra y desenfreno, de pasión y arraigo puro. El fuego late bajo las tarimas, el albero se mezcla con el aire al paso de los caballos. 

Ai! Tierra judía, mora y cristiana, tierra libre y presa de tu propio fruto, hija de la sal y de la luz, madre de la poesía y de la blancura… sigue intransitable al paso del tiempo, que el tiempo pasa por mi piel y me arranca de las venas el amor que por ti tengo.

lunes, 14 de mayo de 2012

Perdido entre las horas

"Hola pequeño, Estás ahí? Contesta, por favor"

Silencio.
     Solo días nublados.

Amor, que destilas tus efluvios y los mezclas con ginebra… han muerto tus suspiros?

"Después de olvidar quién eras te convertiste en lo que odiabas..."

Eras la luz, el agua, los pétalos de azahar reflejando al sol en su blancura perpetua y majestuosa. Eras la inocencia de la mirada de un niño que no entiende lo que sueña, la persistencia de un músico tocando su oxidado saxofón en una calle desierta.

"Tú… añorado paisaje interior, torrente de esperanza, ardiente armonía en tus descerebrados movimientos… dónde estás?"

Entraste por la dolorosa tristeza a las tenebrosas calles de la harapienta soledad, y terminaste cantándole baladas a la luna, rasgando tu voz en mil girones de desesperación. En las noches con lluvia saliste a bailar, danzaste con la oscuridad deslizándote sobre los charcos. Hasta que los charcos se consumieron y sólo quedó la noche para ti.

Ahora observas el universo, con tus ojos ya ciegos, y solo eres capaz de percibir en él su terrible crueldad. Las constelaciones crujen y se arremolinan en un poderoso torbellino de estrellas punzantes que perforan los sentidos de los pocos que sienten con vehemencia.

“De los pocos que sienten como tú… Dónde diablos te has metido?”

Volaste libre, y la libertad arrancó las plumas de tus alas. Qué harás ahora, faisán estúpido? Triste bufón, has perdido lo más bello y poderoso de tu ser! Ridículo despropósito de sibilantes artimañas, terminado en drama… ahora sólo te queda correr arrastrando tu alma corrompida por las praderas del desierto.


martes, 27 de marzo de 2012

Marte... ¿qué intentas hacerle a Plutón?

Tiritas al borde del acantilado... el agua se difumina ante tus ojos. Sólo ves azul y gris mientras tu mente cae y tu cuerpo se tensa. Solo ves noche cuando tus ojos se abren y tu alma corretea, traviesa, divagando en la ansiosa abstracción de su dueño.

¿Quién diablos está tocando el piano? que paren, por Dios, que dejen de azotar a esas pobres teclas. Esos dedos tan burdos no están hechos para tocar. Y mis tímpanos no están preparados para soportar esa monstruosidad de decibelios desafinados.

Eso está mejor, la quietud me hace sentir cómodo. Silencio. Estoy intentando reordenar las estrellas. Mejor no quieras saber lo que se siente...


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