Arrojaría mis alas al abismo infernal, y dejaría que mi libertad ardiese lentamente... Contemplaría sin asomo de culpa cruzando mi rostro a las lenguas de fuego tomar posesión de todo lo que me hace humano... Volaría en mil pedazos los pilares sobre los que se asientan mis ideales, obligándolos a emanciparse de mi mundo y a marcharse a otro, y destruiría todos mis principios bañándolos en ácido… quebrantaría el valor que corre por mis venas acrecentando la autonomía de mis anhelos, aletargando a mi potencial y encasillando a mis virtudes… podría pasar por todo ello si haciéndolo mi dignidad, mi fuerza y mi confianza en la razón quedaran intactas.
Pero mi dignidad no permitiría someterse sin más a una aceptación indulgente y serena de la corrupción y el veneno que residen en el poder. Mi voluntad no dejaría que ese futuro por el que lucha contra viento y marea se viese domesticado, aturdido y mermado por el domador de leones de un circo con demasiados payasos. Y mi corazón jamás me perdonaría si accediese a quedar al margen de un conflicto de intereses entre los que me acompañan en el camino y los que intentan destruirlo a golpe de cartera.
Así pues, a pesar del esfuerzo que cada día me supone abrir los ojos, desplegar mis pesadas alas, esas que se oponen a la dirección en la que se encuentra el puerto al que quiero llegar, y avanzar a pesar de ello… al margen de mis tentaciones de desprenderme de una libertad que me viene grande cuando la intento defender con mis ridículos principios a modo de peones... y a sabiendas de que probablemente mis ganas de fortalecer y apoyar el cambio terminen siendo ineficaces y solo sirvan para asimilar otra decepción, haré lo único que está en mi mano para apuntalarlo y atesorarlo… Elegir.