La oscuridad no se ilumina, se desnuda lenta y deliciosamente con la punta de los dedos, se alumbra con una sonrisa indolente, inesperada y sincera, se rompe la penumbra con las luces de nuestros propios latidos, se descubre el camino a medida que nuestros pasos, nuestros triunfos y nuestras derrotas despejan las sombras.
Luis

martes, 21 de junio de 2011

La caricia de un amor

Siento cierto cosquilleo en los dedos. Mis mejillas se sonrojan y mis labios enmudecen, sin saber que decir. Entonces, justo entonces, centro mi mirada en la tuya y les doy a mis pulmones algo de aire. Enfoco mis pupilas en las tuyas, y te digo sin palabras lo que ambos sabemos que está a punto de ocurrir. Mis manos corren por tu cintura como ríos por la ladera de una montaña, colmo de inseguridad y tensión el aire mientras te atraigo hacia mí suavemente, y analizo todas y cada una de las expresiones de tu rostro. No soy capaz de apartar mis ojos de tus facciones, mientras mi cuerpo se desliza dulcemente en torno al tuyo.

Frente a frente, enredados, sin dejar de mirarnos, recortando los milímetros que quedan entre nuestros labios. Aclimatando nuestro espacio invadimos los rincones de nuestra noche, nos llenamos el uno al otro de silencios que lo dicen todo, y eclipsamos a la luna mientras apagamos las miradas y encendemos las almas.

Los muros tiemblan, y las defensas que puse a mi corazón se resquebrajan poco a poco mientras elijo abrirte la puerta de mi mundo. Todos mis sentidos abrazan tu cuerpo, y todas las canciones comienzan a hablar de ti. Todas las poesías embelesan mi mente, todos los poros de mi piel se erizan ante el roce de tus manos.

Acaricias mi locura, incentivas lentamente a mis ganas de sentir, y me haces vibrar con el eco de tus suspiros. Suspiro por sentir tu aliento en mi nuca mientras me abrazas, por dormirme en tu almohada, por dejarte conocer la mía, por dar rienda suelta a la pasión y sentir la fragilidad de tu desnudez en mis brazos. Soñar enredados, navegar por el mar de tus latidos y perderme en las calles de tus recuerdos. Y dejar que pierdas el norte en mi mirada, y que hagas de mi alma tu único punto cardinal.

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